Los dos primeros debates televisivos de las primarias de los socialistas franceses y sus satélites están lejos de haber entusiasmado a las multitudes: los candidatos de la derecha lo habían hecho bastante mejor en términos de audiencia hace algunas semanas. Una prueba añadida del divorcio definitivamente consumado entre las clases populares, desangradas desde hace más de 5 años por una política antisocial pocas veces igualada, y esta izquierda institucional y servil a los intereses de las clases dominantes.
Evidentemente es difícil par los 7 participantes de la “Bella alianza popular” suscitar un mínimo de interés de escucharlos jugar al juego de las diferencias para postularse al papel del mejor candidato “para hacer ganar a la izquierda” el próximo mayo.
El exVerde De Rugy se unió a las filas del grupo socialista en la Asamblea Nacional el pasado mayo, mientras la movilización social contra la Loi travail estaba en su apogeo. Bennahmias tiene una larga carrera de “veleta”: de los Verdes a Modem (partido liberal de centro) hasta a su propio partido bautizado como Frente democrático. No hay ningún “fichaje estrella” del año, nada más que los mismos acostumbrados a los ministerios, a las combinaciones políticas y a las pequeñas traiciones entre amigos cuando hay que sacar el alfiler de la partida.
Montebourg, Peillon, Hamon y Pinel han sido todos ministros de Hollande, Valls ha sido su primer ministro durante más de 2 años. Se les ha podido ver a todos ponerse manos a la obra para imponer las medidas dirigidas contra el mundo del trabajo. A pesar de que todos han sido celosos a la hora de poner en práctica estas políticas, ahora no les queda más que desmarcarse de su pasado de gestión. Peillon, Montebourg y Hamon tienen en esta partida una pequeña ventaja por haber sido desalojados de sus ministerios hace 2-3 años. Esto les ha dado un poco más de tiempo para intentar fabricar una nueva virginidad política.
Valls no dispone de los mismos tiempos, y es por eso que lanza historias de grandes pinceladas para ganarse a los amnésicos: ahora la clase obrera es su amiga (con una excursión rápida a Liévin, tierra de mineros y bastión histórico de su partido), así como que habrá que “restaurar el poder adquisitivo después de haber pedido tantos esfuerzos”, en sus propias palabras.
Los 7 candidatos son todos buenos y leales servidores del aparato del estado garante del orden social establecido, y comprometidos con la “grandeza de Francia”. En lo que se refiere a la “lucha contra el terrorismo”, todos aprobaron que Francia haya procedido a la eliminación armada a lo largo de “operaciones selectivas” de combatientes enemigos, fuera de todo marco legal. Se contentar de criticar las propuestas de Hollande sobre el tema… cuando él ha sido condescendiente al haberse mordido la lengua.
Sin embargo ha habido que jugar muy poco la partida para derribar esa ilusión de que habría diferencias de fondo entre los 7 candidatos. Hamon ha encontrado su sonajero en la propuesta de ingreso mínimo de subsistencia de 530 euros mensuales, Montebourg cree que no hay suficiente control en las fronteras, Peillon piensa que habría que modificar el margen de la Loi travail…y Valls sigue totalmente opuesto al derecho al voto a los extranjeros en las elecciones locales. ¡Al menos en este tema no ha variado ni un ápice!
Evidentemente todo el mundo ha jurado poniendo la mano en el fuego que una vez acabadas las primarias, el vencedor tendrá el apoyo de todos los demás. ¿Cómo la cuerda puede apoyar al ahorcado?