Hace unas semanas, Teresa Rodríguez y las organizaciones andalucistas que conforman Adelante Andalucía (Primavera Andaluza y Izquierda Andalucista) lanzaban la iniciativa “Andalucía no se rinde” con el fin de generar, según sus propias palabras,“un gran debate social abierto” para “construir una herramienta política útil para el pueblo andaluz”.

Es evidente que la reciente expulsión de los y las diputadas de Teresa Rodríguez del grupo parlamentario de Adelante Andalucía a mano de sus antiguos socios de IU y Podemos les ha obligado, de nuevo, a “mover ficha” para evitar quedarse fuera de juego en el próximo ciclo electoral. Si ya en septiembre aportábamos nuestro punto de vista en el dossier “Debate sobre el “nuevo andalucismo”. Una aportación desde una perspectiva anticapitalista y revolucionaria”, tratamos aquí de dar nuestra opinión sobre hacía dónde se dirige dicha iniciativa.

El ciclo electoral como único horizonte

El Podemos Andalucía liderado por Teresa Rodríguez y el Podemos de Pablo Iglesias no se han diferenciado mucho en lo que se refiere a construcción del partido. Ambas herramientas han servido esencialmente para concurrir a las elecciones, con un funcionamiento profundamente vertical, anulando la participación interna y con unos programas, que aunque con diferentes matices, generaban falsas ilusiones sobre los cambios mediante las instituciones, dejando de lado la necesidad de superar la lógica del sistema capitalista imponiendo mediante la movilización unas medidas de urgencia social que se enfrentasen a los intereses de los capitalistas.

De nuevo ahora, Teresa Rodríguez y sus socios andalucistas, vuelven a proponer lo mismo pero esta vez con un tinte verde y blanco que una vez más se olvida de señalar a los responsables materiales del subdesarrollo de Andalucía. Se limitan a apuntar que lo fundamental es conseguir representación andaluza en Sevilla y en Madrid y que eso sólo pasa por construir un partido andaluz. Como si unos diputados andalucistas en Madrid fuesen a cambiar las vidas de los y las trabajadoras en Andalucía.

No pensamos con eso que no sea útil presentarse a unas elecciones y menos aún tener representación. Son un altavoz útil del que hay que aprovecharse. Sin embargo, nuestra brújula no puede ser esa. Una organización que pretenda romper con la actual lógica de este sistema y con este modelo territorial debe tener claro que sólo será posible otro reparto de las riquezas y otro modelo territorial mediante una correlación de fuerzas en la calle que imponga el derecho de autodeterminación de los pueblos y que pueda enfrentarse a los intereses de los que acaparan las riquezas. Ningún debate parlamentario lo conseguirá.

Por tanto, la tarea de quien se define anticapitalista y soberanista andaluz debe ir orientado en construir una herramienta política que no genere ninguna ilusión sobre estas instituciones, que señale a los responsables materiales de todo tipo de opresión y que dé confianza a nuestra bando social para reconstruir una conciencia de clase mediante la movilización, las huelgas y la autoorganización de l@s trabajador@s y de la juventud.

“Andalucía no se rinde”: transitando hacía un Podemos andalucista 2.0

En un debate organizado por “Café Andalú” coincidiendo con el 4D, Pilar González portavoz de Primavera Andaluza, dejaba claro que “hay dos formas para cambiar la realidad: una es una revolución violenta y otra es cambiarla desde dentro y el desde dentro en este caso es desde dentro del estado. En el siglo XXI probablemente no habrá, al menos en el mundo occidental, en la UE, en fin en el mundo en el que nos desenvolvemos, no habrá revoluciones violentas para derrocar un régimen y para instaurar otro, eso que ha ocurrido en otros momentos de la historia. La única forma de transformar estas cosas, desde mi punto de vista, es desde dentro, con un pie en las instituciones y otro en la sociedad, en la realidad, en la calle. Pero las instituciones son a día de hoy la única garantía de los que no tienen otra cosa. Eso es lo que hay que hacer, poner las instituciones al servicio de la mayoría social”.

Toda una declaración de intenciones de este “nuevo proyecto” que se asemeja mucho a lo ya planteado por Podemos. Este es un debate que no es nuevo entre reformistas y revolucionarios. Entre los que piensan que el Estado y sus instituciones son reformables y que dependen de quienes estén al frente y los que pensamos que no ya que son herramientas que reproducen la dominación de clase de una minoría sobre una mayoría. Las tareas entonces son diametralmente opuestas.

Quien piense que es posible transitar hacia otra cosa que hacia la adaptación al juego institucional con quienes hacen dichas declaraciones de intenciones fracasarán de nuevo como ya pasara con Podemos. La experiencia de Podemos debería al menos vacunarnos contra la afirmación de la portavoz de Primavera Andaluza de que “las instituciones son a día de hoy la única garantía de los que no tienen otra cosa”. ¿De verdad que esa frase aún tiene hoy alguna credibilidad? Hacen más a diario l@s pensionistas, l@s activistas de la PAH o l@s sindicalistas en sus centros de trabajo para “los que no tienen otra cosa” que todos los que, en las Cortes, se niegan a derrocar las reformas laborales, negocian en el Pacto de Toledo o aceptan la compensación económica a los grandes propietarios en la paralización de los desahucios.

Hace falta un referente político cuya brújula sea la reconstrucción de la conciencia de clase mediante el fortalecimiento y la convergencia de las movilizaciones y las huelgas

Hay otra alternativa posible diferente a los que quieren reeditar un Podemos andalucista 2.0. Reagrupar a todas las organizaciones políticas, sociales y sectores sindicales que tienen claro que las instituciones no sirven para cambiar nuestras vidas y que para ello es necesario enfrentarse a los intereses de los capitalistas mediante la autoorganización y la movilización sostenida de los y las trabajadoras y de la juventud. Esos objetivos obligan a construir un tipo de organización que nada tiene que ver con lo que se ha construido durante años en Podemos tanto a nivel estatal como a nivel andaluz, aunque estuviese aquí al frente Anticapitalistas y Teresa Rodríguez. Ese balance debería formar parte del análisis de los que hoy lanzan la iniciativa de “Andalucía no se rinde”.

Frente a las políticas antisociales del gobierno andaluz y estatal y frente al auge de la extrema derecha es urgente construir un frente social y político que visibilice un discurso de ruptura con los intereses del IBEX 35 ya que no es posible defender nuestros puestos de trabajo, nuestros salarios, nuestros servicios públicos, nuestras pensiones, la igualdad entre hombres y mujeres, nuestras viviendas, nuestro planeta, nuestros derechos democráticos y nuestras propias vidas sin señalara a los verdaderos culpables.

La reforma agraria no es posible sin enfrentarse a los intereses de los terratenientes. la defensa de los servicios públicos no es posible sin enfrentarse al pago de la deuda, a la educación y a la sanidad privada o a los fondos de inversión que especulan con las residencias de nuestros mayores. La vivienda no es posible sin enfrentarse a los grandes propietarios. El derecho de autodeterminación del pueblo andaluz no es posible sin enfrentarse a los intereses de la burguesía andaluza y española.

Es una tarea más lenta pero no hay atajo posible. Esto no se construye cogiendo como ejemplos, tal y como hace el compañero Javier García de Defender Andalucía, a organizaciones como Bildu, BNG, Compromis o ERC que han demostrado no tener ningún reparo en cogobernar con el PSOE en el pasado o en aplicar políticas de recortes en nombre de las leyes de estabilidad presupuestarias.

Ser una organización de obediencia andaluza no vacuna por sí sólo de llevar a cabo una política de gestión del sistema al igual que no vacunó de votar a favor de la actual Constitución del 78 (tal y como hizo el PSA). Organizaciones estatales como la LCR Andaluza fueron más coherentes con la lucha por la soberanía de Andalucía desde una perspectiva de independencia de clase que muchas de las organizaciones denominadas andalucistas que limitaban su estrategia a la consecución de una mayor financiación para Andalucía en el actual marco de la Carta magna.

Defender hoy los intereses de los y las trabajadoras y de la juventud en Andalucía pasa por reagrupar, con esa delimitación política, a la izquierda anticapitalista, revolucionaria y soberanista andaluza presente los movimientos sociales, sindicales y políticos. Para eso debería servir un “gran debate social abierto en Andalucía”.