Una de las cuestiones que más estamos escuchando en la prensa y en los debates políticos durante estos días extraños es la anticipación o no de la crisis, si se podría haber actuado antes o si se han cometido más o menos errores… Sin embargo, el fracaso en la gestión de la crisis y el drama social que se perfila tiene su origen mucho antes de que los medios de comunicación tradicionales y los políticos de salón quieren vendernos.

El problema no viene dado por si tendríamos que habernos confinado antes o después, ni tan siquiera son sólo los recortes en sanidad o la falta de mascarillas, lo que nos tiene al borde del colapso social, sino que a éstos también tenemos que sumarles los recortes en investigación, la nula intención política de prevención en materia sanitaria, un modelo productivo basado solo en el benéfico de unos pocos, una privatización sistemática de todos los servicios públicos, un modelo agroindustrial destructivo con el medio ambiente, un sistema de garantía social en decadencia y por supuesto la indefensión total de los y las trabajadoras frente a un sistema que nos arrastra al desastre social, económico y medioambiental.

Frente a esta situación, es fácil darse cuenta de que todas las medidas del supuesto gobierno progresista PSOE-UP del estado español no podrán ni tan siquiera contener mínimamente una situación, que una vez pasada la crisis sanitaria se agravara aún más en las clases populares y que ningún parche al sistema podrá evitar un colapso de consecuencias aún insondables, sino que aun con esas supuestas medidas de emergencia social que no “van a dejar a nadie atrás”, como nos han querido vender Sánchez e Iglesias, podemos ver cómo en ningún momento el objetivo de estás es el de proteger a las personas motor de todos los países del mundo, la clase trabajadora, sino que van encaminadas a paliar y mutualizar la falta de beneficios de los empresarios así como mantener en pie un sistema capitalista que nos lleva directos al desastre mundial.

Para ver esto sólo tenemos que darnos cuenta cómo los ERTEs por Covid-19 son financiados por el estado y la patronal no tiene que pagar nada (las arcas del estado se llenan con un 75% de los impuestos de l@s trabajador@s) sin distinguir ni tan siquiera entre aquellas empresas que tienen millones de beneficios años tras año. La “prohibición” del despido no es más que un truco propagandístico, ya que al no tener un carácter retroactivo y aprobarse semanas después de la crisis, tod@s aque@s trabajador@s que “no servían” ya han sido despedid@s antes de la aprobación del decreto y quienes faltan por ser despedidos, lo serán con una mayor indemnización, por considerase improcedente, pero en ningún momento se les asegura su puesto de trabajo, con lo cual no hay una prohibición del despido real.

Por si fuera poco, una vez que se paralizó la producción en los trabajos considerados no esenciales, para unas escasas 2 semanas en que l@s trabajador@s han estado en casa, cuando vuelvan a sus centros de trabajo, deberán devolver las horas no trabajadas a sus empresas y en cada empresa se negociará cómo serán devueltas esas horas. No hay que ser muy listo para saber que con la situación de incertidumbre actual y una crisis económica a la vuelta de la esquina, el poder de negociación de l@s trabajador@s es nulo y millones no tendrán vacaciones este año o tendrán que sufrir jornadas interminables.

A estas medidas podríamos sumarles la situación de tod@s aquell@s trabajador@s a l@s que su jornada laboral por culpa de la implementación del teletrabajo se ha visto aumentada por un sistema ineficiente, y que no van a recibir ni un euro por esas horas extras, o aquell@s con contratos en fraude de ley, que trabajan, por poner un ejemplo 8 horas y cotizan 4, o quienes han sido afectad@s por un ERTE y aún así están trabajando obligad@s por sus jefes.

Pero es que en este caso hablamos de aquell@s trabajador@s que tienen un contrato, ¿ y qué pasa con tod@s l@s que no tienen siquiera un contrato precario? ¿Y quienes estaban trabajando “en negro”? ¿O aquell@s a l@s que se le ha agotado su prestación laboral durante estos meses y no tienen posibilidad de encontrar empleo? Parece que no existen en los medios de comunicación pero son miles de personas que este mes no tendrán para pagar sus hipotecas, sus alquileres o sus facturas, dar de comer a sus familias. La ecuación de todo esto es bien sencilla: que la crisis la paguen las y los trabajadores.

Ni tan siquiera el cobro de una prestación de urgencia a l@s trabajador@s que han sido despedid@s pero no llegan al año de cotización, la prórroga en los contratos de trabajo temporal (que serán despedid@s igualmente una vez termine el estado de alarma), o la supuesta “renta mínima de urgencia” que tiene previsto aprobar el gobierno van a servir para paliar la situación de emergencia social que empezamos a atravesar de manera dramática. Los sindicatos advierten que durante el mes de abril el 75% de l@s trabajador@s que pueden beneficiarse de algún tipo de prestación (ERTEs, subsidios, etc.) no las van a cobrar hasta mayo y una vez se levante el estado de alarma, las condiciones de precariedad laboral van a agravarse aún más si cabe.

Tal vez aquellos que viven en palacios, en las residencias de Moncloa, o en chalets de 600.000€, no saben, ni nunca han sabido, lo que es vivir de tu nómina mes a mes, o del sobre con “dinero negro” que te entregan como si te hiciera un favor tu jefe, o de las míseras ayudas sociales del estado. No saben lo que es llegar a fin mes con los números en rojo, hacer auténtica “ingeniería fiscal” del hogar para alimentar a la familia o verte con cientos de euros en facturas confinad@ en casa, sin posibilidad de trabajar y visitando online tu cuenta bancaria por si ya te han pagado tu ERTE, tu desempleo o tu ayuda… y eso que hablamos de aquell@s que tengan el “privilegio” de tener algo.

No sólo necesitamos una salud pública con plenas garantías, sino que además necesitamos derechos laborales que no nos obliguen a ir a trabajar cuando estamos enferm@s, que existan fondos de contención en los convenios para que aseguren nuestra subsistencia, que se reduzcan las jornadas laborales, que se reparta el trabajo, que no haya posibilidad de despedirnos en empresas con beneficios, que no existan los contratos precarios… Necesitamos recuperar el control de nuestras vidas, necesitamos derechos y medios, para quienes que somos el motor de este mundo, nosotros y nosotras, l@s trabajador@s. Quizás entonces la situación sería hoy bien diferente, tal vez no haría falta ni coerción, ni confinamiento, ni ERTEs, ni despidos… porque no debemos olvidar que las medidas que se están tomando son así en tanto en cuanto el sistema no permite otras.

Pero sí se podrían hacer las cosas de otro modo si viviéramos en otro sistema o al menos si la voluntad política del “gobierno progresista” fuera exactamente esa. Seguro que saldremos de esta, pero el precio que vamos a pagar por ello ya está siendo demasiado alto. Debemos exterminar el sistema capitalista para siempre de nuestra sociedad, porque su decadencia es nuestra condena y la vacuna para éste no es otra que organizarnos los y las trabajadoras para pelear contra aquellos que nos impiden imaginar que es posible otro mundo mejor y más justo.