
¿Qué fue de lo que nos prometía PODEMOS en sus inicios?
El pasado 8 de julio, Yolanda Díaz, actual ministra del Trabajo y vicepresidenta segunda del gobierno de Pedro Sánchez, presentaba en Madrid SUMAR, una nueva plataforma con la que concurrir a las próximas elecciones generales. 8 años después de la presentación de Podemos en el teatro del Barrio de Madrid, SUMAR es una vuelta de tuerca más de una orientación política que a lo largo de estos años ha centrado todo su quehacer en los procesos electorales y en tratar de alcanzar las instituciones para acabar aplicando políticas contrarias a las que defendían en sus orígenes. Tenemos buena muestra de ello en sus diferentes experiencias al frente o en coalición de gobiernos locales, autonómicos e incluso ahora en el gobierno central.
El 17 de enero de 2014, al salir del teatro del Barrio, Pablo Iglesias afirmaba frente a la gente que se había quedado sin butaca para el acto de presentación por falta de aforo que “esta crisis (la de 2009) ha servido para una cosa muy clara, para que una minoría de privilegiados siga secuestrando la democracia y siga secuestrando los derechos sociales. La segunda, en estos momentos defender lo que dice la declaración universal de los derechos humanos es revolucionario. El problema con el gobierno que hay sea del PP o del PSOE no es que sea de derechas o que sea social liberal o de centro izquierda, es que no respetan los derechos humanos. La reforma del artículo 135 de la Constitución va en contra de los derechos humanos, que se pueda desahuciar a gente va en contra de los derechos humanos, que se pongan por delante los intereses de los tenedores de la deuda y de los bancos por encima de los intereses de las familias va en contra de los derechos humanos, que las políticas de austeridad estén implicando que la gente tenga cada vez más dificultades para ejercer el derecho a la educación o el derecho a una sanidad decente va en contra de los derechos humanos”.
8 años después de esta declaración, cabe preguntarse si las cosas han cambiado mucho en lo que se refiere a la gestión de esta nueva crisis que de nuevo parece estar sirviendo para que una minoría de privilegiados sigan enriqueciéndose de manera indecente. Veamos algunos datos: 57 797 millones de euros de beneficios para las empresas del IBEX 35, un 83,5% más que en 2019 mientras que el sector de la construcción, la banca y el sector energético fueron los que mejor se recuperaron de la pandemia almacenando respectivamente 17 783 millones, 21 600 millones y 10 166 millones en 2021 duplicando, triplicando y hasta cuadriplicando sus ganancias durante la crisis sanitaria.
Los dueños de las 100 mayores fortunas del Estado Español son 5 375 millones más ricos hoy que antes del Covid sumando, según la revista Forbes, 153 575 millones de euros y creciendo en más de un 17,5% sus patrimonios desde 2020. Eso ha sido posible con el gobierno PSOE-UP, supuestamente el más progresista de la historia y con Pablo Iglesias de vicepresidente segundo del gobierno.
Si nos centramos en los indicadores de los que hablaba Pablo Iglesias en 2014 para determinar si un Gobierno va o no en contra de los derechos humanos, podemos comprobar sin temor a equivocarnos que a día de hoy el artículo 135 de la Constitución sigue asfixiando nuestros servicios públicos, que los desahucios se dispararon en 2021 un 57% siendo la cifra más alta en 5 años y que los intereses de los tenedores de la deuda y de los bancos siguen estando claramente por encima de los intereses de las familias. Y por si todo esto fuese poco, no sólo no se han revertido las políticas de austeridad, sino que el gasto en educación y sanidad ha caído en 2022 por segundo año consecutivo y la edad de jubilación sigue estando a los 67 años mientras que el gasto en Defensa aumenta este mismo año de unos 1000 millones de euros.
Con SUMAR, más de lo mismo
La nueva plataforma presentada este verano por Yolanda Díaz no responde a ningún cambio de orientación política con respecto a Podemos. Sigue siendo en esencia el mismo proyecto político con algunos cambios cosméticos para tratar de afrontar mejor el nuevo periodo electoral. Con unas encuestas que auguran una caída libre a la fuerza morada, es imprescindible vender una nueva moto para tratar de permanecer en el panorama político-electoral. Y para eso nada mejor que hablar poco de la orientación de fondo de Unidas Podemos en el gobierno de Sánchez y centrarse muy mucho en lo que para ella ha sido el problema hasta ahora: las luchas internas y fratricidas provocadas por una forma anticuada de hacer política. Que las ramas no nos impidan ver el bosque.
Durante la presentación de SUMAR, Yolanda Díaz, hizo gala de una fuerte dosis de cinismo. En efecto, al tratar de explicarnos para qué sirve la política, la vicepresidenta segunda del gobierno de Pedro Sánchez no tuvo ningún reparo en decir que “la política va de cosas sencillas: va de tener una sanidad pública de calidad en la que no tengamos que esperar un año para realizarnos una prueba médica, la política va de tener escuelas públicas para nuestros hijos e hijas de calidad para que podamos ser iguales, la política va de que tengamos un salario digno, un trabajo digno, que podamos pagar una vivienda digna que es un derecho fundamental, de eso va la política”.
Una buena declaración de intenciones que se queda en muy poco con sólo observar cómo aumentan los precios y los alquileres muy por encima de los salarios y cómo la sanidad y la educación privada siguen mermando a nuestros servicios públicos. Y por si todo eso fuese poco, cuando los y las trabajadoras deciden movilizarse por la subida de sus salarios, la respuesta, también de este gobierno, es la represión al son de las tanquetas y de una ley mordaza que nunca se ha derogado.
El problema de Yolanda Díaz es el mismo en esencia que el de Pablo Iglesias. Ni han estado ni están dispuestos a enfrentarse a los intereses de los más ricos. Algunos pensarán que las últimas medidas aprobadas en julio por el gobierno central desmienten esa afirmación. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Las ayudas directas a los más perjudicados por la crisis se limitan a la gratuidad de los abonos de Renfe y Cercanías y al aumento de las becas en 100 euros, ambas sólo durante el último cuatrimestre de este año. Supondrá un ligero alivio temporal para l@s que acaben beneficiándose de dicha medida, pero no cambiará en ningún caso el problema de fondo. En cuanto a las dos medidas de supuesto mayor calado, los impuestos temporales a la banca y a las empresas del sector de la energía, ambas están pendientes de concretar y corren el serio riesgo de ser inmediatamente traspasados a la factura de los consumidores y usuarios.
Algo que el gobierno de Sánchez no está dispuesto a evitar ni mediante el control de los precios ni mucho menos mediante la nacionalización de los sectores estratégicos. Ese es el problema de fondo de este gobierno y de quienes lo componen se llamen Pablo Iglesias, Alberto Garzón o Yolanda Díaz. Y como no están dispuestos a ello, construyen herramientas políticas que no buscan agudizar la movilización y la conflictividad social en la calle, en los centros de trabajo y de estudio para mejorar las condiciones de vida de los y las trabajadoras y de la juventud y para enfrentarse a los intereses de los de arriba. Ya vimos lo que sucedió con los círculos de Podemos que pronto dejaron de existir y que nunca tuvieron como vocación ser marcos para la intervención política sino más bien marcos que se activan en periodos de campañas electorales.
Antes Podemos y ahora SUMAR sólo tienen como objetivo alcanzar puestos institucionales para gestionar el sistema capitalista… con una ligera diferencia, eso sí. Hoy, SUMAR, no pretende ya ni tan siquiera ser otra cosa que la muleta del PSOE en un gobierno de coalición. Lejos queda el tiempo del sorpasso y Yolanda Díaz lo asume plenamente. Se siente al parecer “muy cómoda” en el ejecutivo de Sánchez a pesar de la OTAN y de la matanza de inmigrantes en la valla de Melilla.
En cuanto a lo de crear una plataforma política para reforzar y acompañar las movilizaciones ya existentes y las que están por venir (en lo que llevamos de 2022 ya se contabiliza un 47% más de trabajador@s en huelga que el año pasado), Yolanda Díaz lo deja también claro en la presentación de SUMAR: “La política es escuchar, escuchar y escuchar con mucha calma. La política es dialogar, dialogar y dialogar. La política es tender la mano y después de escuchar y de dialogar, sí ser capaces de llegar a acuerdos, y ¿para qué? Para cambiar la vida de la gente”. No es de extrañar que la propia CEOE valorara muy positivamente la entrada de Yolanda Díaz en el gobierno de Sánchez afirmando que era “una buena noticia que alguien que valora el diálogo social entre en la cúpula del gobierno”.
Frente a esto no podemos quedarnos quieto@s
La simpatía despertada por Yolanda Díaz en sectores importantes del PSOE responde a que éstos saben que para seguir gobernando van a necesitar que el espacio electoral que representa hoy Unidas Podemos no desaparezca al no estar el PSOE en capacidad de absorber todos esos votos. Está en juego consolidar una izquierda a la izquierda del PSOE que evite, a la vez, el incremento de la abstención pero que siga siendo subalterna de Pedro Sánchez con el objetivo de conformar un nuevo gobierno de coalición. Única vía posible para que éste siga ocupando la Moncloa al estar muy lejos el PSOE de una mayoría absoluta.
Esta ingeniería electoral ni sirve ni va a servir para responder a las consecuencias de esta enésima crisis que ve como se disparan los despidos y los precios sin que aumenten los salarios mientras se recrudecen las guerras interimperialistas y se hace cada día más palpable los efectos desastrosos del cambio climático. Para cambiar nuestras vidas y esa realidad, va a hacer falta mucho más que un trabajo de fontanería institucional y que una mera propuesta de gestión “amable” del sistema capitalista. De no ser así, se seguirá allanando el camino a la derecha y a la extrema derecha a la vez que las condiciones de vida seguirán mermándose.
Las organizaciones políticas, los y las sindicalistas, los y las activistas que hacemos ese diagnóstico tenemos una responsabilidad para converger y para proponer otra hoja de ruta. Los estallidos sociales en países como Sri Lanka o Bangladesh en lucha contra la subida desorbitada de los precios es sólo un anticipo de lo que puede estar por venir también en Europa tal y como ya ocurriera en la crisis de 2009 con las revoluciones árabes, antesala de un ciclo de movilizaciones muy álgido en el propio Estado Español. Las huelgas iniciadas por el mismo motivo en diferentes sectores en el Reino Unido (transportes, estibadores, etc) a finales de agosto así lo demuestra.
Los y las que tenemos como brújula la imposición de un programa de urgencia social mediante la movilización y las huelgas, con total independencia de quienes gobiernen o estén al frente de las organizaciones sindicales de turno, tenemos la responsabilidad de converger y de hacer converger a todos los y las que salen a la calle por los servicios públicos, las pensiones, el derecho a la vivienda, la subida de los salarios o los derechos democráticos asumiendo que defender esas cuestiones significa en la práctica enfrentarse a los intereses de los que más tienen. O acaso es posible subir los salarios al mismo nivel que el coste de la vida sin enfrentarse a los intereses de la patronal o luchar contra el cambio climático sin enfrentarse a las 100 empresas que generan por sí solas el 71% de las emisiones de gases de efecto invernadero desde 1988.
Desde Izquierda Anticapitalista Revolucionaria IZAR proponemos a todas aquellas fuerzas políticas independientemente de su tradición histórica, a todos los sectores sindicales, a los y las activistas que defienden esa perspectiva a buscar fórmulas de coordinación para intervenir conjuntamente en la situación política actual para aportar respuestas unitarias a nivel del conjunto del Estado que mantengan la delimitación política expuesta en este artículo.