Las y los 150 carteros en huelga del Hauts-de-Seine, del departamento 92 de París, continúan su lucha contra la dirección de La Poste. Encadenando acciones y golpes de efecto durante el verano, muchos de ellos se han desplazado a Grenoble a finales de agosto para encontrar apoyo en la universidad de verano social y rebelde de movimientos sociales y ciudadanos. Más decididos que nunca, anuncian la continuación de su huelga publicando un calendario del año 2019.
No hay ningún perro, gato o paisaje de montaña cubierto de nieve en la portada del almanaque de 2019 de los huelguistas de Hauts-de-Seine. En su lugar, una foto de una manifestación realizada durante los 5 meses de una lucha comenzada el 26 de marzo. Dentro de este calendario no convencional, una serie de momentos clave de su pelea, tomados en el acto, y acompañados por mensajes de personalidades como Ken Loach, François Ruffin, Assa Traore o Frederic Lordon. Un mensaje por mes del año. Pero no es cuestión de esperar a Navidad y al tradicional regalo del cartero de turno para difundir su venta.
Youssef y Ayoub, ambos carteros activos en SUD-PTT 92, han instalado una mesa lo más cerca de la entrada de la universidad de verano de movimientos sociales. Su calendario está al lado de un panfleto que explica su lucha y una caja de resistencia para apoyarl@s económicamente. “Estamos aquí para popularizar nuestra huelga y demostrar que nuestro sindicalismo combativo funciona”, dice Youssef, cartero en Issy-les-Moulineaux. “Hemos venido para pedir apoyo financiero, pero también moral”, dice Ayoub, de la oficina de Courbevoie, para quien las reacciones del público de la universidad reconfortan y dan calor, mientras que con sus colegas en huelga suma nóminas con 0 euros durante 4 meses ya.
El conflicto estalló en la primavera cuando la ministra de Trabajo, Muriel Pénicaud, autorizó el despido por una falta grave de Gaël Quirante, secretario departamental de Hauts-de-Seine del sindicato SUD PTT. En la diana de La Poste desde un largo conflicto social en su departamento en 2010, donde la empresa lo acusa de haber retenido a ejecutivos durante 2 horas en una acción en la oficina de Nanterre, ha tenido que lidiar con múltiples intentos de despedirlo. Hasta ahora en vano, ya que una y otra vez la inspección del trabajo o el ministerio rechazaban la solicitud de La Poste. Esto ha sido así hasta la aceptación por el ministerio de Trabajo de Macron en marzo de 2018.
Cuando se crean solidaridad y condiciones de trabajo, una huelga dura
“La dirección se pensaba que haríamos una huelga de una semana simbólicamente por la readmisión de Gaël, al final han pasado 5 meses”, recuerda Ayoub. Desde una huelga de solidaridad hacia un sindicalista que se enfrenta la represión, el conflicto se ha transformado en un movimiento contra las reorganizaciones del trabajo en la distribución y la transformación forzosa del oficio cartero. En el momento en que comienza la huelga, La Poste anuncia cambios profundos en una primera tanda de oficinas del departamento. Su objetivo es cambiar a l@s carter@s de un día de trabajo de forma continua a un turno dividido en dos por un descanso que implique una vuelta a su recorrido por la tarde. Otro punto de discordia es la proliferación de nuevos servicios alejados de las funciones que suelen prestar los empleados.
Una política llevada a cabo oficina por oficina en el conjunto del territorio desde hace 2 años. Estas transformaciones han provocado numerosas huelgas de larga duración este año como en Rennes durante más de 4 meses o en la Gironda. Cada vez, l@s carter@s rechazan este cambio de su ritmo de trabajo y vida. Acostumbrad@s a la contratación al amanecer y un final del servicio alrededor de las 14h, seis días a la semana, rechazan la modificación de sus horarios, que implica una continuación de la distribución del correo por la tarde. La llegada de nuevas funciones denominadas “nuevos servicios” choca con sus ocupaciones. “El cartero se convierte en una navaja suiza multiservicios, que pasa de auxiliar de enfermería a cortador de césped. La Poste tiene toneladas de servicios para ofrecernos”, dice Youssef, para quien el rol del cartero es principalmente la distribución del correo y el vínculo social no comercial.
L@s huelguistas exigen durante 5 meses la readmisión de Gaël Quirante y una moratoria sobre las reorganizaciones y el aplazamiento de 5 años de proyectos de la dirección. Sin efecto hasta el momento, la empresa ha hecho oídos sordos a sus reivindicaciones. “El día de huelga típico es una charla a l@s compañer@s en una oficina cada mañana. Popularizamos la huelga ahí, l@s mantenemos informados y pasamos un sobre para obtener apoyo económico”, dice Ayoub. Con buenos resultados, anuncia. Tal vez la razón por la que tuvieron que hacer frente, además de a la presencia del portero y el guardia de seguridad ante sus oficinas de distribución, a varias intrusiones de la policía en sus lugares de trabajo. Una situación inédita.
El verano termina y las y los carteros del 92 prometen un cálido inicio de curso en su departamento. Cuentan con un aumento en el número de huelguistas después de las vacaciones debido a las nuevas oficinas donde los anuncios de cambios en los horarios o la forma de trabajar deberían llevarse a cabo en septiembre. Hasta ahora, la huelga solo ha sido realmente fuerte en 4 ó 5 oficinas que se enfrentaban una reorganización. Otro punto candente: el cierre previsto en 2019 de la plataforma industrial de correos de Villeneuve-la-Garenne, construida en 2011. “Iremos hasta el final, es solo cuestión de tiempo”, promete Youssef, que no duda de la victoria.
Hasta el momento, l@s huelguistas se han apoyado gracias a una caja de resistencia, veladas de apoyo semanales y los intercambios permanentes con otros sectores en lucha como l@s ferroviarios y el movimiento estudiantil durante la primavera. “Nos llega para dar un poco menos de 1000 euros a 150 familias, pero tenemos que recaudar alrededor de 100.000 cada mes”, dice Youssef. Sin descanso, van a todas partes, como lo han hecho en busca de la solidaridad de la universidad de verano de movimientos sociales y ciudadanos. Los calendarios de su lucha van de la mano y las muestras de apoyo les llueven a medida que las monedas y los billetes de llenan la caja de resistencia a un ritmo constante. “No tenemos el derecho de rendirnos”, dice Ayoub un poco conmovido por tanta solidaridad. Aquí, el vínculo social unido al trabajo de cartero está funcionando por completo.