De aquellos polvos, estos lodos
Hace ya un año desde las pasadas elecciones andaluzas que hicieron que el PSOE, con Susana Díaz a la cabeza, perdiera la presidencia de la comunidad autónoma. Por primera vez en casi 40 años Andalucía no está gobernada por el PSOE-A pero no es difícil de explicar las causas. Ya en 2012, cuando el PP ganaba las elecciones sin poder sin embargo conformar gobierno al llegar el PSOE e IU a un acuerdo, el balance de la política del partido socialista era devastador para l@s trabajador@s y así se lo hacían pagar en dichas elecciones.
En ese momento, a casi 30 años de gobierno, el PSOE no podía dar nada más que malos datos: un 35% de la población en el umbral de la pobreza, un 36% de paro (65% tratándose de paro juvenil), una propiedad agraria desigual (más del 50% de las tierras cultivables en manos de terratenientes, sin contar con los escándalos de corrupción como el de los ERE’s, ahora más claros que nunca.
Todo esto ha conllevado el reforzamiento de las derechas en Andalucía inclusive de la extrema derecha permitiendo que a día de hoy tengamos en Andalucía un gobierno formado por el PP, Cs con el indispensable apoyo de Vox. No es posible explicar la victoria de estas 3 derechas en las últimas elecciones andaluzas sin relacionarlo con las políticas antisociales y de clientelismo llevadas a cabo durante por el PSOE casi 40 años en Andalucía. No olvidemos para el futuro cercano que si un supuesto gobierno de izquierdas aplica políticas de derechas eso acaba no sólo reforzando a la derecha tradicional sino también a la extrema derecha.
Un preacuerdo presupuestario con una clara impronta del ideario de la extrema derecha
El próximo 12 de diciembre se firmará el acuerdo presupuestario entre los populares, el partido Cs y la extrema derecha de Vox en Andalucía, donde se evidencia que los partidos tradicionales de derechas han asumido dentro de su discurso la palabrería de la extrema derecha, y lo que es peor, proponen en dicho acuerdo medidas claramente recogidas de ésta.
Así, podemos ver cómo a cambio del apoyo de Vox, éstos han conseguido incluir una de sus mayores reivindicaciones: la Guardia Civil y la Policía Nacional podrán acceder a los datos de migrantes en situación irregular que sean atendidos en centros sanitarios públicos con el fin de localizarlos y expulsarlos del territorio.
Por otro lado, en el ámbito de la educación, se fomentará la tauromaquia con ayudas a las escuelas taurinas de Andalucía con programas de promoción en los colegios. Otra de los elementos importantes de este acuerdo es lo referente a la violencia machista la cual queda realmente en un segundo plano y donde ni se la nombra.Se dotará de 300.000 euros a la Agencia para los Servicios Sociales y Dependencia para la gestión del teléfono para la protección de víctimas para la “violencia intrafamiliar”. Con la utilización de esa denominación lo que se quiere conseguir no es otra cosa que negar la existencia de la violencia machista y su relación estructural con el sistema capitalista.
Hay que enfrentarse al “trifachito”
Frente a todo esto, desde la izquierda revolucionaria y anticapitalista tenemos una responsabilidad en Andalucía: enfrentarnos a las políticas de este gobierno. Sólo la movilización sostenida y masiva conseguirá frenar al “trifachito” y sus políticas.
Para ello, tenemos que seguir en las calles frente a estas políticas que sólo privilegian a unos pocos frente a la explotación que sigue sufriendo la mayoría social y denunciar las políticas que tratan de responsabilizar de la crisis a las capas más vulnerables generando una guerra entre pobres.
En Andalucía hay muchos sectores que se llevan movilizando años. La tarea debe ser reagrupar a todos los sectores políticos, sociales y sindicales que están dispuestos a enfrentarse a este gobierno mediante la movilización y a no dejar tregua al que salga para ocupar la Moncloa como mejor forma para evitar que la extrema derecha siga creciendo y para imponer un verdadero programa de urgencia social.
Frente a la xenofobia, la homofobia y las políticas antisociales, el mejor antídoto sigue siendo la movilización de nuestra clase social.