Como desgraciadamente era predecible, la administración Trump en EEUU ha decidido deshacerse del pueblo kurdo en Siria al no resultarle ya útil, una vez rota su alianza con la sucursal del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) después de haberlo usado como infantería en su lucha contra el Daesh. Se trata de una prueba más del cinismo de la política imperialista y de cuáles son los intereses geoestratégicos que están en juego en la región.

Las milicias kurdas de YPG (Unidades de Protección Popular) han sido determinantes en la derrota política y militar de las organizaciones reaccionarias panislamistas desde 2013. En Kobane y en muchas otras ciudades de la región autónoma de Rojava, hombres y mujeres kurdos, armas en mano, han dado pruebas de un auténtico heroísmo. Sin su avance por tierra, a costa de enormes sufrimientos y un sacrificio de vidas, los bombardeos aéreos por sí solos no habrían podido doblegar al Estado islámico. Es también la razón por la que el movimiento obrero internacional y l@s oprimid@s en todo el mundo tienen una deuda de gratitud con l@s combatientes kurd@s.

Ahora Donald Trump define “ridícula” su guerra y los abandona a la furia de Erdogan y el ejército turco, quienes buscan acabar históricamente con la autonomía política del Kurdistán. El acuerdo entre EEUU y Turquía da luz verde y es una explícita palmada en la espalda para la invasión turca del norte de Siria, lo que significa, de hecho, no solo la anexión de parte de Siria en beneficio de los proyectos absolutistas del nuevo sultán otomano, sino también y especialmente la guerra de aniquilación de la resistencia kurda, una masacre ya anunciada.

En su relación contrastada con EEUU el gobierno turco ha puesto en el plato de la balanza su posición estratégica: la de avanzadilla principal de la OTAN en Oriente Medio y al mismo tiempo interlocutor político y militar de la Rusia de Putin. El imperialismo estadounidense no podía arriesgarse a empujar a Erdogan hacia Moscú, por lo que le ha dado vía libre en la guerra contra l@s kurd@s. Se trata de una guerra que Erdogan necesita también por razones políticas internas, después de la derrota electoral de Estambul y en plena recesión económica. Izar la bandera del nacionalismo y conquistar manu militari el norte de Siria son un oxígeno precioso para el régimen, ya que puede repeler a l@s refugiad@s de guerra siri@s, objeto de una creciente campaña xenófoba, en territorios anexos.

En cuanto a los imperialismos europeos su única preocupación sobre la decisión de Trump es que una nueva guerra en el norte de Siria pueda impulsar más flujos migratorios hacia Europa. La UE pagó miles de millones a Erdogan para que sea el guardián de las rutas de los Balcanes, por esta razón permanece en silencio respecto al ataque a los derechos democráticos en Turquía y sobre la naturaleza real del régimen que lo promueve. La carnicería anunciada contra el Kurdistán sirio es sólo una desagradable complicación, nada más.

Las organizaciones kurdas resistirán a la anunciada invasión turca con todas sus fuerzas. Pero la brecha de poder es enorme. Se necesita una acción más amplia de solidaridad y apoyo a la resistencia kurda por parte del movimiento obrero internacional y europeo, de las organizaciones sindicales, de las organizaciones anticapitalistas y los movimientos antiimperialistas. “¡Fuera las manos del Kurdistán!” puede y debe convertirse en la consigna de una gran movilización unitaria ante embajadas y consulados turcos, y contra cualquier silencio y complicidad del mperialismo.

Los hechos confirman una vez más que el pueblo kurdo, como el palestino, no tiene posibles aliados entre las potencias imperialistas, viejas y nuevas. Ningún imperialismo pondrá en riesgo sus intereses estratégicos por la causa nacional de un pueblo oprimido. Y el interés estratégico de todos los imperialismos es apoyar a Turquía y al estado sionista como los mejores guardianes de sus negocios en Oriente Medio. Todas las estrategias de acomodación diplomática con este o aquel poder imperialista para ganar su favor han resultado ser ilusiones, tanto en el campo kurdo como en el palestino. No han favorecido a los pueblos oprimidos sino solo a sus adversarios. L@s kurd@s, como l@s palestin@s, solo pueden confiar en su propia fuerza y en el apoyo de l@s trabajador@s de todo el mundo.

La liberación y la unificación de Kurdistán, como la liberación de Palestina, solo se puede lograr por medios revolucionarios, solo a través de la soldadura de la causa nacional con la perspectiva de una revolución socialista en la nación árabe y en el Medio Oriente. La única que puede garantizar el pleno derecho de autodeterminación de todos los pueblos oprimidos. Para desarrollar esta perspectiva es decisiva la construcción de una Internacional revolucionaria.

¡Fuera las manos imperialistas del Kurdistán!

¡No a la guerra y a la masacre de Erdogan en Rojava!