Los inéditos recortes presupuestarios anunciados para el área de la educación por el ministro Abraham Weintraub, concretamente un 30% en la educación universitaria, que considera un peligroso “foco de marxismo cultural” que debe ser perseguido, y la congelación de becas para doctorados, han sido la mecha para que en cuestión de días en vez de semanas se lograra responder en la calle de forma masiva al gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro, que cumple a la cabeza del gigante sudamericano casi 6 meses.
En un primer momento el ministerio dijo que iban a verse afectadas únicamente castigadas la Universidad Federal de Bahía, la Universidad de Brasilia y la Universidad Federal Fluminense de Niteroi, en Río de Janeiro, sin embargo el tijeretazo presupuestario se extendió pronto a todos los centros de educación superior que dependen del gobierno central: más de 60 universidades y unos 40 institutos de Formación profesional en todo Brasil, de los cuales muchos ya señalan que no les quedaría modo de sobrevivir en tales condiciones.
La financiación del sistema universitario del país ha estado en constante declive durante años. Las organizaciones sindicales revelaron un informe que relata que más del 90% de todas las universidades federales en Brasil han visto reducidos sus presupuestos desde 2013. El estudio señala que la disminución en los fondos alcanzó un promedio del 28% en el gobierno de Dilma Rousseff. La inversión educativa ha sido un debate constante, con imágenes de escuelas sin luz o grietas en las paredes que circulan en las redes sociales. Bolsonaro ha criticado las protestas estudiantiles, acusando a l@s estudiantes de dedicarse a fiestas con drogas en lugar de estudiar.
Para las organizaciones estudiantiles que han convocado la huelga, el recorte presupuestario se asienta en una represalia: el pasado octubre de 2018, durante la campaña electoral, algunos sindicatos universitarios, mayoritariamente vinculados al PT, alertaron de lo que supondría en las universidades públicas la llegada de la ultraderecha al poder colgando grandes pancartas antifascistas, un gesto que se repitió en varias facultades de Brasil y que acabó en polémica. La policía entró en los campus para retirar los carteles, pero la justicia obligó a dar marcha atrás en aras de la libertad de expresión.
La justificación oficial del gabinete de Bolsonaro para estos “ajustes presupuestarios” es que durante años Brasil invirtió demasiado en la educación superior y descuidó la formación de base. En opinión del ministro Abraham Weintraub, la política de los gobiernos de Lula da Silva y Rousseff de expandir el acceso a la universidad a través de becas y cuotas para negr@s, pobres o indígenas se convirtió en una “auténtica tragedia de despilfarro” al formar a toda una generación de jóvenes ahora desempleada. “No hay recortes. El problema es que encontré un Brasil destruido económicamente y las recaudaciones fueron inferiores a las previstas”, dijo Bolsonaro.
La Unión Nacional de Estudiantes de Brasil llamó a una gran jornada de huelga este 15 de mayo después de que el ministerio de Educación anunciara además que estaba congelando casi una cuarta parte de los gastos discrecionales debido a restricciones presupuestarias en los servicios públicos por la actual crisis económica que atraviesa el país y la congelación de las dotaciones para recursos ofrecidos desde la educación infantil hasta el postgrado, con suspensión de becas a familias desfavorecidas en la educación primaria.
Las primeras alarmas desde la comunidad académica universitaria ya se hicieron notar hace días: los rectores de las 3 principales universidades de São Paulo, la capital económica de Brasil, publicaron una declaración conjunta difundida en presa para pedir al gobierno que “reflexione sobre la importancia de la educación superior y el impacto social de los recortes”. “La reducción del presupuesto de las universidades representa un error estratégico que evitará que el país pueda enfrentar y resolver los grandes desafíos sociales y económicos”. Muchos ya acusaron al presidente de emprender un ataque ideológico contra la educación y de presionar a los congresistas para aprobar la futura y letal contrarreforma de pensiones.
En efecto Jair Bolsonaro no ha tenido pudor en confesar su modelo educativo ultraliberal sin las carreras de Humanidades y Ciencias Sociales como Filosofía y Sociología para centrarse “en las que generen un retorno inmediato al contribuyente, como las ingenierías”. Del mismo modo, desde su investidura y el nombramiento del anterior ministro de educación a propuesta del lobby evangélico, lucha contra el “adoctrinamiento marxista” y desea un modelo cívico-militar. El presidente promueve que el alumnado denuncie a docentes que implanten la “ideología de género” y pone en el punto de mira al educador Paulo Freire, ahora vetado por “comunista”.
La huelga en educación convocada el 15 de mayo como “Día nacional de lucha en defensa de la educación” en todos los estados del país y más de 100 ciudades se ha convertido en un estupendo termómetro social, ya que se trata de la primera a nivel federal contra el gobierno tras demasiados meses de shock e inacción. Organizaciones estudiantiles como la Asociación Nacional de los Postgrados y la Unión Brasileña de los Estudiantes Secundarios se adhirieron al llamamiento al paro. Incluso universidades privadas como la Pontificia Universidad Católica de São Paulo y la Universidad Presbiteriana Mackenzie se suman.
Las escuelas municipales y estatales de São Paulo amanecieron con las puertas cerradas y antes de media mañana l@s docentes, estudiantes y trabajador@s de servicios de la educación participaban ya en protestas y ocupaciones en algunos estados. L@s estudiantes y profesorado de la Universidad de São Paulo realizaron una gran marcha bloqueando calles y avenidas del entorno de la ciudad universitaria. También se registraron manifestaciones en Bahía, Ceará, Distrito Federal, Espírito Santo, Goiás, Mato Grosso do Sul, Minas Gerais, Pará, Paraná, Paraíba, Pernambuco, Piauí, Brasilia, Belo Horizonte y Río de Janeiro, ciudad en que la manifestación fue nocturna.
Algunas confederaciones sindicales ya habían convocado también para el 15 de mayo una protesta contra la reforma de la Previsión económica. Para el presidente del Sindicato Nacional de los Docentes de las Instituciones de Enseñanza Superior, el anuncio de los recortes universitarios del 30% organizó a quienes aún no se habían decidido a sumarse al paro e hizo que el movimiento sindical retrocediera para dar todo el protagonismo a los sectores educativos por la educación: “El objetivo es barrer la política educativa del gobierno, revertir los recortes y ampliar la inversión en la educación pública y gratuita”.
El próximo 14 de junio la primera huelga general anunciada contra el gobierno ultraderechista de Bolsonaro, centrada en la reforma de las pensiones a la que patronal y mercados han dado el visto bueno, partirá con buenas perspectivas tras un balance satisfactorio en los sectores educativos, con una aparente unidad sindical que se había echado de menos tras el impeachment de Dilma Rousseff y el gobierno de Michel Temer, que dio los primeros pasos en la agenda neoliberal gracias a la división en las organizaciones de l@s trabajador@s en Brasil. Será indudablemente una buena oportunidad de golpear juntos y valorar resultados.