A pesar de las mareas humanas que barren las calles del país durante días desde hace semanas contra él y el sistema político al borde de desmayo que encarna, el presidente argelino Bouteflika mantiene su candidatura para las elecciones presidenciales del próximo 18 de abril. Su séquito y patrocinadores políticos cerraron toda posibilidad de debate el pasado domingo 3 de marzo ante el Consejo Constitucional en Argel.
El fantasma candidato de un clan mafioso.
Bouteflika promete ceder el poder en unas elecciones anticipadas dentro de un año ¡Menuda farsa! ¿Quién puede creer por un minuto que este hombre de 82 años con aspecto demacrado y amarrado en una silla de ruedas, mudo e invisible desde su accidente cerebrovascular en 2013 y hospitalizado en Suiza desde la semana pasada todavía puede realizar alguna función?
Las diversas fracciones del régimen pensaban, con la salida de escena de Bouteflika, hacer la representación de una cita electoral para mayor continuidad y estabilidad … para que pudieran continuar llenando sus bolsillos, mientras que la mayoría de la población se hunde en la miseria y precariedad. Entre los líderes del ejército y aquellos en las altas esferas del FLN que comparten las riquezas del país desde la independencia argelina en 1962, Bouteflika es, de hecho, el único que aún tiene el prestigio del luchador contra el poder colonial francés.
También se le reconoce como el que puso fin al terrible período de la guerra civil de la década de 1990 que vio al ejército y los islamistas enfrentarse y asesinar a más de 100.000 personas. Pero hoy la simple decisión de devolverlo al poder no hace más que provocar contra él y su camarilla política todo el descontento social.
Un profundo descontento social
Las clases populares argelinas están pagando el precio de la crisis. Con la inflación y la devaluación del dinar, se enfrentan al colapso de su poder adquisitivo. El salario mínimo equivalente a 130 euros no permite vivir. El 45% de la población argelina es menor de 25 años. Aunque una gran proporción de la juventud se gradúa cada vez más, se enfrentan a un desempleo masivo, a la precariedad y a los bajos salarios. Los estadios, donde los jóvenes suelen reunirse en gran número, se han convertido en lugares de expresión de la ira social contenida.
Se escucha ahora a l@s jóvenes en los partidos entonar canciones de protesta que denuncian la creciente miseria, el desprecio por el poder y la corrupción. La confirmación de la candidatura de Bouteflika suena como el anuncio de que esta situación social, que se está deteriorando y no ofrece futuro, continuará. Much@s no ha conocido a otro presidente en su vida. Después de la renuncia de estos últimos años, se abren sin miedo sus bocas y esto provoca esperanza y entusiasmo. En todos los espacios públicos echan a andar discusiones sobre las injusticias: “¿Adónde fueron las riquezas del país? ¿Dónde está el dinero del petróleo? ¿Por qué tanta miseria?”
¡Abajo el sistema!
El viernes 1 de marzo fueron casi 800000 argelin@s, de todas las generaciones, marcharon pacíficamente por las calles de todas las ciudades del país, desafiando la prohibición vigente desde 2001. Esta es una situación nueva desde 1962. La profunda ira social va más allá de la cuestión de si Bouteflika es reelegido o no como presidente. El lema de rechazo contra el 5º mandato ahora es unánime y no hace más que unificar todo el descontento.
Pero la ira de las clases populares se está extendiendo contra las clases dominantes, gobierno y empresarios, y un régimen que solo sabe hacerles que paguen las consecuencias de la crisis. ¡La ocupación de los manifestantes el mismo viernes del hotel Saint Georges en Argel, en el que suele celebrar festejos toda la flor y nata del régimen, revela esta rabia que puede derribarlo todo! Para esto, será necesario aumentar la presión y construir una huelga general que bloquee el país. Sindicatos de educación y sanidad ya se han puesto manos a la obra en los últimos días para llevarla a cabo.